domingo, 17 de abril de 2016

Demasiado tarde

   El pasado jueves 14 de abril un mosso de escuadra asesinó de tres disparos a su pareja sentimental para acto seguido suicidarse con un cuarto disparo. Los hechos sucedieron en la localidad barcelonesa de Sant Feliu de Llobregat, pero bien pudieran haber ocurrido en cualquier población española e incluso del planeta porque hay excesivos desalmados y asesinos que toman decisiones demasiado tarde, cuando el mal que han hecho sus actuaciones previas es de difícil reversión, o irreversible del todo. Así el mosso, presunto asesino, se disparó demasiado tarde ya que de haberlo hecho antes su pareja aún viviría y las personas cercanas a ella se hubieran ahorrado el dolor de perder a un ser querido en circunstancias inesperadas.  

   En situaciones tan drásticas es evidente la relación directa entre el acontecimiento de los hechos y la decisión tardía, pues si el asesino se hubiera matado previamente no podría haber causado ningún mal posteriormente. Quizás el más paradigmático ejemplo de ello sea Adolf Hitler quien si en vez de suicidarse en 1945 lo hubiera hecho una veintena de años antes, mientras estaba en la cárcel escribiendo su mediocre libro Mi lucha y estableciendo las bases del nacismo, la humanidad se hubiera ahorrado mucho dolor y muerte. Aquí, como en todo, el poder del actuante es directamente proporcional a los estragos que puede causar con sus actuaciones y decisiones, y aunque no siempre se vea la sangrienta espectacularidad de sus resultados puede ser tan perjudicial como letal, y en este sentido algunos de sus actos se producen demasiado tarde.

   Tal vez el último ejemplo de estas nocivas tardías decisiones haya sido la dimisión del ministro de industria José Manuel Soria. Sin duda ha sido demasiado tarde, y no ya por los dineros que haya podido distraer al fisco español, habilidad muy extendida entre los grandes patriotas de este, y de otros países (cada cual en el suyo), de ahí la proliferación de paraísos fiscales y de instrumentos para evadir impuestos a nivel mundial, sino porque los cuatro años del personaje al frente del ministerio de industria, energía y turismo han sido desastrosos, al menos en materia energética, destruyendo las avanzadas políticas sobre energías alternativas establecidas por los gobiernos de Zapatero, creando el impuesto al sol, incrementado las tarifas eléctricas y potenciando el uso de energías fósiles fomentando las prospecciones petrolíferas y el fracking, además de defender la reapertura de la central nuclear de Santa María de Garoña. Todos ellos méritos más que suficientes para formar parte de lo que el periodista Ernesto Ekaicer denomina cuatrienio negro de Rajoy que ha hecho retroceder a España hasta cotas del más profundo franquismo.

   Otro personaje que protagonizó este cuatrienio negro y actuó demasiado tarde fue Alberto Ruiz Gallardón que para cuando dimitió como ministro de justicia ya había dinamitado la igualdad en su impartición con la implantación de tasas y había establecido las bases para regalar a los registros de la propiedad todas las posibilidades de negocio que encierran los registros civiles, así como sus nuevos y costosos sistemas de sotfware informático. También Ana Mato dimitió demasiado tarde como ministra de Sanidad, no ya por sus prebendas con la Gürtel sino por los destrozos en el sistema sanitario publico español generados por sus actuaciones; aunque sin duda el mayor responsable de todo ello es el propio Mariano Rajoy, que colocó a todos los demás en sus puestos de poder. Sin duda su decisión de dimisión o de paso al limbo político llegará demasiado tarde para todos los que le hemos sufrido en este país y el planeta en general.

   A pesar de que nuestras decisiones no son trascendentes para tantas personas, sí lo son para algunas por eso deberíamos tratar de no tomarlas demasiado tarde, y es que a veces un lo siento, un te quiero o unas palabras de reconocimiento no sólo ahorran dolor sino que producen felicidad.

   Espero que los votantes del PP no tomen demasiado tarde la decisión de no votar a un partido impulsado por el dinero de la corrupción y las políticas antisociales y de desigualdad para enriquecer a unos pocos, pues corren el riesgo de acabar como el ex presidente José María Aznar quien se ha convertido en el único político que apoyó la ilegal guerra contra Iraq que aún no ha admitido esa ilegalidad y el error que supuso. Claro que también ha acabado enriqueciéndose, e incluso defraudando a Hacienda, y tal vez esas sean algunas de las aspiraciones de quienes respaldan al PP. 

   Impidamos, dentro de nuestras posibilidades, tomar las decisiones demasiado tarde.


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