Demasiado tarde
El
pasado jueves 14 de abril un mosso de escuadra asesinó de tres
disparos a su pareja sentimental para acto seguido suicidarse con un
cuarto disparo. Los hechos sucedieron en la localidad barcelonesa de
Sant Feliu de Llobregat, pero bien pudieran haber ocurrido en
cualquier población española e incluso del planeta porque hay
excesivos desalmados y asesinos que toman decisiones demasiado tarde,
cuando el mal que han hecho sus actuaciones previas es de difícil
reversión, o irreversible del todo. Así el mosso, presunto asesino,
se disparó demasiado tarde ya que de haberlo hecho antes su pareja
aún viviría y las personas cercanas a ella se hubieran ahorrado el
dolor de perder a un ser querido en circunstancias inesperadas.
En situaciones tan drásticas es evidente la relación directa entre
el acontecimiento de los hechos y la decisión tardía, pues si el
asesino se hubiera matado previamente no podría haber causado ningún
mal posteriormente. Quizás el más paradigmático ejemplo de ello
sea Adolf Hitler quien si en vez de suicidarse en 1945 lo hubiera
hecho una veintena de años antes, mientras estaba en la cárcel
escribiendo su mediocre libro Mi lucha y estableciendo las bases del
nacismo, la humanidad se hubiera ahorrado mucho dolor y muerte. Aquí,
como en todo, el poder del actuante es directamente proporcional a
los estragos que puede causar con sus actuaciones y decisiones, y
aunque no siempre se vea la sangrienta espectacularidad de sus
resultados puede ser tan perjudicial como letal, y en este sentido
algunos de sus actos se producen demasiado tarde.
Tal
vez el último ejemplo de estas nocivas tardías decisiones haya sido
la dimisión del ministro de industria José Manuel Soria. Sin duda
ha sido demasiado tarde, y no ya por los dineros que haya podido
distraer al fisco español, habilidad muy extendida entre los grandes
patriotas de este, y de otros países (cada cual en el suyo), de ahí
la proliferación de paraísos fiscales y de instrumentos para evadir
impuestos a nivel mundial, sino porque los cuatro años del personaje
al frente del ministerio de industria, energía y turismo han sido
desastrosos, al menos en materia energética, destruyendo las
avanzadas políticas sobre energías alternativas establecidas por
los gobiernos de Zapatero, creando el impuesto al sol, incrementado
las tarifas eléctricas y potenciando el uso de energías fósiles
fomentando las prospecciones petrolíferas y el fracking, además de
defender la reapertura de la central nuclear de Santa María de
Garoña. Todos ellos méritos más que suficientes para formar parte
de lo que el periodista Ernesto Ekaicer denomina cuatrienio negro de
Rajoy que ha hecho retroceder a España hasta cotas del más profundo
franquismo.
Otro
personaje que protagonizó este cuatrienio negro y actuó demasiado
tarde fue Alberto Ruiz Gallardón que para cuando dimitió como
ministro de justicia ya había dinamitado la igualdad en su
impartición con la implantación de tasas y había establecido las
bases para regalar a los registros de la propiedad todas las
posibilidades de negocio que encierran los registros civiles, así
como sus nuevos y costosos sistemas de sotfware informático. También
Ana Mato dimitió demasiado tarde como ministra de Sanidad, no ya por
sus prebendas con la Gürtel sino por los destrozos en el sistema
sanitario publico español generados por sus actuaciones; aunque sin
duda el mayor responsable de todo ello es el propio Mariano Rajoy,
que colocó a todos los demás en sus puestos de poder. Sin duda su
decisión de dimisión o de paso al limbo político llegará
demasiado tarde para todos los que le hemos sufrido en este país y
el planeta en general.
A
pesar de que nuestras decisiones no son trascendentes para tantas
personas, sí lo son para algunas por eso deberíamos tratar de no
tomarlas demasiado tarde, y es que a veces un lo siento, un te quiero
o unas palabras de reconocimiento no sólo ahorran dolor sino que
producen felicidad.
Espero
que los votantes del PP no tomen demasiado tarde la decisión de no
votar a un partido impulsado por el dinero de la corrupción y las
políticas antisociales y de desigualdad para enriquecer a unos
pocos, pues corren el riesgo de acabar como el ex presidente José
María Aznar quien se ha convertido en el único político que apoyó
la ilegal guerra contra Iraq que aún no ha admitido esa ilegalidad y
el error que supuso. Claro que también ha acabado enriqueciéndose,
e incluso defraudando a Hacienda, y tal vez esas sean algunas de las
aspiraciones de quienes respaldan al PP.
Impidamos, dentro de nuestras posibilidades, tomar las decisiones demasiado tarde.
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